Es proceso es muy fácil, solo se trata de recoger en un tupper el liquido resultante del asado de pollo.
Como todos sabemos, el aceite flota en el agua debido a que tiene menos densidad que esta, así que gracias a esta reacción molecular, las grasas del asado se concentrarán en la superficie del recipiente.
Tapamos el recipiente y lo dejamos en la nevera toda la noche.
Al día siguiente, simplemente tendremos que retirar la capa de grasa que habrá solidificado y ya tendremos un delicioso concentrado de pollo, con todo el sabor de un rico asado pero sin grasa.
Este concentrado podemos utilizarlo para salsear una triste pechuga a la plancha y levantar su sabor de inmediato, para realzar una salsa o para animar un consomé, incluso mezclado con vinagre puede ser un aliño perfecto para una ensalada de pollo. ¡Podéis usarlo donde se os ocurra!
Truco importante: cuando recojáis la salsa, si el pollo se os ha chamuscado un poco durante la cocción y quedan restos de asado adheridos al fondo de la bandeja o de la olla, no los raspéis para recuperarlos y añadirlos a la salsa, ya que el resultado final de la salsa será bastante amargo.
¡Contadme donde se os ocurre poner está rica salsa!
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